DOI: https://doi.org/10.23857/fipcaec.v6i1.359
Las corrientes económicas desde el punto de vista de la Ortodoxia Y Heterodoxa
Economic currents from the point of view of Orthodoxy and Heterodox
Correntes econômicas do ponto de vista da Ortodoxia e Heterodoxa
Juan Federico Villacis-Uvidia 1
https://orcid.org/0000-0001-7598-951X
Diego Marcelo Lara-Haro 2
https://orcid.org/0000-0002-8282-4032
Luis Ernesto López-Villa 3
https://orcid.org/0000-0002-3437-9907
Correspondencia: jf.villacis@uta.edu.ec
* Recepción: 30/ 11/ 2020 * Aceptación: 20/12/ 2020 *Publicación: 09/01/ 2021
1. Magister en Pequeñas y Medianas Empresas Mencion Finanzas, Economista Mención en Gestion Empresarial, Universidad Técnica de Ambato, Ambato, Ecuador.
2. Magister en Economia y Administracion Agricola, Economista Mención en Gestion Empresarial, Universidad Técnica De Ambato, Ambato, Ecuador.
3. Magister en Gestion Financiera, Economista Mención en Gestion Empresarial, Universidad Técnica de Ambato, Ambato, Ecuador.
Resumen
El propósito de este artículo es analizar las corrientes económicas desde el punto de vista de las ortodoxia y el discurso de la heterodoxia. En este orden de ideas, el escrito se divide en tres partes. Primero, se hace una breve introducción tratando de ubicar al lector sobre el origen de la visón ortodoxa y heterodoxa de la economía; segundo, se expone un esbozo teórico de las principales características de la interpretación de la ortodoxia y se muestra la teoría de la heterodoxia en relación a las corrientes económicas, encontrándose que las corrientes económicas se mueven en ambas visiones, claramente distintivas en cuanto al fin último de la economía y del desarrollo. En las que parten de la visión ortodoxa, se fundamentan en las corrientes cuantitativas de la economía, de carácter estática, predecible. Las segundas más hacia la complejidad de la economía, lo cambiante del contexto y los fenómenos que inciden en los sistemas económicos.
Palabras claves: Ortodoxia; heterodoxia; economía; desarrollo.
Abstract
The purpose of this article is to analyze economic currents from the point of view of orthodoxy and the discourse of heterodoxy. In this order of ideas, the writing is divided into three parts. First, a brief introduction is made trying to locate the reader on the origin of the orthodox and heterodox vision of the economy; Second, a theoretical outline of the main characteristics of the interpretation of orthodoxy is exposed and the theory of heterodoxy in relation to economic currents is shown, finding that economic currents move in both visions, clearly distinctive in terms of the ultimate goal of the economy and development. In those that start from the orthodox vision, they are based on the quantitative currents of the economy, of a static, predictable nature. The second more towards the complexity of the economy, the changing context and the phenomena that affect economic systems.
Keywords: Orthodoxy; heterodoxy; economics; development.
Resumo
O objetivo deste artigo é analisar as correntes econômicas do ponto de vista da ortodoxia e do discurso da heterodoxia. Nessa ordem de ideias, a redação é dividida em três partes. Primeiramente, é feita uma breve introdução procurando localizar o leitor sobre a origem da visão ortodoxa e heterodoxa da economia; Em segundo lugar, é exposto um esboço teórico das principais características da interpretação da ortodoxia e apresentado a teoria da heterodoxia em relação às correntes econômicas, constatando que as correntes econômicas se movem em ambas as visões, claramente distintas em termos do objetivo final da economia e desenvolvimento. Nos que partem da visão ortodoxa, baseiam-se nas correntes quantitativas da economia, de natureza estática e previsível. O segundo mais para a complexidade da economia, o contexto de mudança e os fenômenos que afetam os sistemas econômicos.
Palavras-chave: Ortodoxia; heterodoxia; economia; desenvolvimento.
Introducción
Las crisis económicas del capitalismo mundial como corriente teórica de las últimas décadas, que ha venido incidiendo en la calidad de vida de los habitantes, señalan los límites e imposibilidades del saber económico convencional en su comprensión de las dinámicas económicas globales.
El campo de saber económico según (Alvarez, 2009) ha sido dominado por un enfoque en particular, en cuyo recorrido posee una continuidad epistémica desde las formulaciones iniciales de la economía política clásica, pasando por la revolución marginalista y la economía neoclásica que la reforman sin perder su esencia, hasta llegar al neoliberalismo y las actuales líneas de vanguardia.
En esta trayectoria los elementos del saber económico se han venido refinando, según las (Bourdieu, 2003) sin perder sus atributos constitutivos, es decir, no se identifican elementos que evidencien la superación del paradigma vigente como consecuencia de la revolución científica marcado por el positivismo y el progresivo distanciamiento de la economía del resto de disciplinas sociales, sino avances descritos como ciencia económica normal, a través de esfuerzos consistentes por ampliar el saber económico convencional, bajo la creación de postulados formulados como universales para todas las sociedades e individuos indistintamente de su historia, contexto, cultura y particularidades.
Es importante considerar que, según (Brunet & Inma, 2001)el enfoque dominante en economía de carácter ortodoxo se muestra como insuficiente no solo para dar cuenta y respuesta a las, cada vez más periódicas y profundas, crisis de la economía-mundo capitalista, a su falta de correspondencia con el “mundo real”, a las contradicciones que este sistema conlleva (inequidad, pobreza, problemas ambientales, etc.), sino que también para entender otras formas de economía, que no encajan dentro de su racionalidad utilitarista.
Esto permite comprender que, en opinión de (Bárcena, 2015) desde un sector de la academia, y desde otros sectores sociales e intelectuales (públicos y privados), progresivamente se ha ido demandando la incorporación y recuperación de enfoques plurales, alternativos y críticos de la economía que le permitan tener una mayor correspondencia con el “mundo real”. Estas perspectivas (o conjunto de enfoques alternativos) se los han definido como heterodoxos.
Partiendo de lo descrito en párrafos anteriores se tiene que el propósito de este artículo es analizar las corrientes económicas desde la visión ortodoxa y heterodoxa, para lo cual se procurará analizar artículos, trabajo de investigación y material bibliográfico provenientes de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe con el objetivo de plantear o describir los avances en esta materia.
Desarrollo
El Concepto de desarrollo para ( Zapata & Chávez, 2018) es una de esos conceptos utilizado de manera indiscriminada en escenarios académicos, sociales, económicos, políticos, educativos, entre otros. Esta concepción guarda relación directa con las corrientes económicas a lo largo de la historia .
En este sentido, la revisión teórica ha permitido evidenciar dos macrovisiones que pueden extraerse de la teoría del desarrollo. La primera de ellas es la que se conoce como el paradigma ortodoxo del desarrollo. Esta corriente económica identifica al desarrollo desde visión instrumental, donde la economía, los indicadores, los mecanismos económicos, la infraestructura y el capital humano dan la posibilidad de ver el desarrollo como un elemento homogéneo y unilineal.
Es importante señalar que en la línea de las ideas anteriores, América Latina y el Caribe posee una larga y profunda tradición de pensamiento económico. El pensamiento más completo que ha surgido en la región es el ligado al estructuralismo y, en su versión más moderna, al neoestructuralismo (Prebisch, 1950),
Es decir, el conjunto de supuestos e ideas que tradicionalmente ha dominado el panorama de la teoría y de la política económica en las últimas seis décadas, el denominado “paradigma económico dominante” (mainstream economics), se desarrolló según (Hahn, 1984) a partir del análisis de largo plazo. Este fue concebido como una categoría analítica y un marco de referencia para caracterizar, de manera abstracta y coherente, el funcionamiento de las economías de libre mercado, que, pese a no tener mecanismos de coordinación directos, exhiben una regularidad sistemática.
La particularidad esencial del paradigma económico dominante respecto de otras corrientes de pensamiento es que el largo plazo y, por consiguiente, la regularidad sistemática de las economías de libre mercado, se establece a partir de una estructura analítica que incluye tres categorías independientes de datos: las dotaciones y su distribución, las preferencias y funciones de utilidad, y la tecnología.
En la literatura, las posiciones de corto plazo descritas por (Bernanke, Gertler, & Gilchrist, 1999) pasaron a identificarse con la existencia de un menú de imperfecciones de mercado. Bajo esta óptica, la superposición de imperfecciones sobre posiciones de equilibrio de largo plazo permitió explicar la ocurrencia de las fluctuaciones económicas y el ciclo, la utilización subóptima de los factores de producción, incluido el desempleo, y del producto y la inflación.
Aunque las críticas han llovido sobre distintos aspectos del paradigma dominante, para (Berumen, 2006)el grueso se ha centrado en la falta de correspondencia entre los modelos económicos, sus prescripciones de política económica y la realidad del funcionamiento de las economías de mercado, sobre todo a la luz de los cambios en el sistema financiero de las últimas tres décadas. De manera más particular, se critica el excesivo peso de la técnica, de la formalización y de la elegancia matemática en detrimento del realismo y la aplicabilidad de los modelos a las condiciones del mundo real.
En la región, según considera (Berzosa, 2014))los economistas del paradigma dominante argumentan que los fundamentos económicos mejoraron sustancialmente gracias a la exitosa aplicación de las políticas de dicho paradigma. La mejora en los fundamentos derivó, en primer lugar, de los cambios en el régimen macroeconómico y, de manera más precisa, de la conducción de la política fiscal, monetaria y cambiaria.
En cuanto al desarrollo, (Escalante, 2009)se debe decir que la visión de la ortodoxia del desarrollo está netamente ligada a las interpretaciones ortodoxas de la economía, especialmente a los idearios de la economía neoclásica. Igualmente, en este discurso ortodoxo es donde tienen cabida los economistas del desarrollo, con sus respectivas generaciones.
Lo primero que se debe advertir es que esta visión ortodoxa según (Betancourt, 2004) estuvo cimentada en un principio en los economistas neoclásicos –Alfred Marshall, Leon Walras, Vilfredo Pareto y Arthut Pigou–, y luego tuvo un acercamiento a otras escuelas económicas. Sin embargo, la relación ortodoxia-neoclásicos es fundamental en cualquier análisis por todo el constructo histórico que representa para el desarrollo.
En esta lógica, los neoclásicos contaban con unos dictámenes rectores como la relevancia del dinero, y veían la idea del desarrollo como beneficio colectivo, camino al pleno empleo, puente para el aumento de los salarios y los adelantos técnicos y tecnológicos; en otros términos, los neoclásicos pensaban que “el desarrollo beneficia a todos, aumenta la ocupación hasta el nivel de pleno empleo, hace crecer los salarios, la producción y la renta, se incrementan las rentas del capital y la tierra, y genera adelantos técnicos” (Hidalgo, 1998).
En definitiva, “el enfoque neoclásico se convierte en la ortodoxia de la teoría económica del desarrollo, una optimista economía del equilibrio que garantiza el desarrollo de los países más atrasados” (Hidalgo, 1998). Ahora, si bien estos neoclásicos dan pie a los pensadores que se conocen como los economistas del desarrollo, estos últimos tienen varias generaciones, donde las dos primeras tienen fuertes tintes de ortodoxia, y, dependiendo de la generación, se anclan a postulados neoclásicos u otras escuelas económicas.
Sobre las dos primeras generaciones de economistas del desarrollo vale la pena establecer, en primera instancia, que su temporalidad se puede determinar de la siguiente manera: la primera generación va de 1950 hasta aproximadamente la mitad de la década de 1970; mientras, la segunda generación se considera que va de 1975 hasta la contemporaneidad. Se puede hacer una interpretación de una tercera generación que surge a finales del siglo xx, pero que se ubica más en los rincones de la heterodoxia (Hirschman, 1983).
Para resumir algunos postulados de la primera generación de economistas del desarrollo, estos buscaron realizar modelos estratégicos de desarrollo económico con el fin de mejorar las dinámicas estructurales de los países menos desarrollados; asimismo, fomentaron metodologías como la de la planeación o la programación del desarrollo en tales escenarios (Viloria, 2008).
Por lo mismo, en esta generación no se proponía necesariamente un Estado mínimo , sino que este, al igual que otros elementos como la industrialización y el comercio internacional, tenían cierta relevancia para mejorar las dinámicas del mercado, el ingreso de los ciudadanos y, en general, buscar la mejora de las condiciones de vida de las personas tercermundistas. En este orden de ideas, para los ortodoxos de la primera generación “el desarrollo era concebido como un proceso de transición de una situación a otra” (Escobar, 2008)
Es importante notar que para la segunda generación la idea de capital humano y su impacto en la innovación es determinante: “Para los países en desarrollo, la nueva teoría del crecimiento implica un mayor énfasis en el capital humano (incluyendo aprendizaje), aún mayor que en capital físico, y el reconocimiento de los beneficios del comercio internacional” . Es oportuno destacar este elemento porque en la lógica de la heterodoxia se cambia el concepto de capital humano por el de desarrollo humano, el cual apunta a que la función del desarrollo es el individuo en todas sus variables, no solo las que van en pro de la producción y la innovación. (Meier, 2005)
La segunda macrovisión se refiere a los postulados teóricos que componen las líneas heterodoxas del desarrollo. Es aquí donde teóricos de escuelas como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, (CEPAL , 2010)los críticos del desarrollo, los pensadores de su deconstrucción, entre otras escuelas, cuestionan los estereotipos discursivos hegemónicos y tradicionales del desarrollo. Por ello, en esta escuela no es extraño encontrar teorías como la dependencia, el desarrollo humano, el desarrollo a escala humana, conceptos como centro-periferia, desarrollo sur-sur.
Cuando se habla de la heterodoxia del desarrollo, según (Iglesias, 2006) se alude a múltiples teorías y escuelas de pensadores de las distintas ciencias sociales y humanas, de hecho, valdría la pena establecer que no hay una heterodoxia del desarrollo, sino múltiples heterodoxias. Asimismo, cabe subrayar que las heterodoxias se fueron construyendo a la par de las críticas de los postulados de la ortodoxia del desarrollo. A pesar de que en la heterodoxia del desarrollo se ven claramente enfoques teóricos y analíticos multidisciplinarios, se debe señalar que los economistas jugaron en un principio un papel sobresaliente, ya que se encargaron de deconstruir ciertos postulados de la economía y del desarrollo tradicional.
Autores como (Mora, 2006) parten de la premisa de que el diagnóstico de “repensar la economía”, tanto desde la perspectiva de un mayor equilibrio entre corrientes de pensamiento tradicionales, alternativas y novedosas, como sobre sus formas de enseñanza, es acertado.
De hecho, en la historia de las ciencias sociales, y en particular en economía, las nuevas teorías tienden a surgir cuando la ciencia “establecida” o “normal” choca con eventos y anomalías dentro de su propio planteamiento, que esta no es capaz de explicar ni de resolver. En la actualidad, el paradigma dominante se encuentra frente a tal disyuntiva: la validez y coherencia de este enfoque se sustenta fundamentalmente en su capacidad predictiva
No hay duda de que el pensamiento económico más completo que ha surgido en la región es el asociado con el grupo de economistas estructuralistas, que, entre 1940 y 1965, desde la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Instituto Superior de Estudios Brasileiros (ISEB), sentó los fundamentos y trabajó en distintos aspectos de la economía del desarrollo.
El pensamiento estructuralista, según (Rodríguez, 2006) se articuló en torno a los siguientes temas, que, con distinto énfasis, constituyeron sus pilares esenciales: las relaciones de poder y dependencia articuladas bajo el binomio centroperiferia, la crítica a la ley de las ventajas comparativas y la predominancia de la restricción externa, el carácter dual del desarrollo económico en distintos niveles (que se revela en fenómenos tales como la heterogeneidad estructural), la existencia de una oferta ilimitada de trabajo (que incide en la distribución del ingreso), una visión del desarrollo como cambio estructural, la necesidad de un desarrollo guiado por el Estado en materia de inversión en infraestructura y desarrollo productivo.
Las ideas estructuralistas también se desarrollaron según (Ortiz, 2010) sobre la base del pensamiento de economistas pertenecientes a la tradición keynesiana, poskeynesiana y schumpeteriana. En particular, cabe destacar la influencia que tuvieron sobre la escuela estructuralista latinoamericana John Maynard Keynes (1883-1946), Roy Harrod (1900-1978), Nicholas Kaldor (1908-1986), Michael Kalecki (1899-1970) y Joseph Aloys Schumpeter (1883-1950)
La elaboración de esta teoría constituye un esfuerzo para integrar al pensamiento estructuralista los cambios que ocurrieron en la región y a nivel internacional desde fines de los años ochenta, que incluyen la apertura comercial, la movilidad internacional de capitales, la privatización y la desregulación en un contexto de relaciones más estrechas con el resto del mundo y de mayor integración regional (Bielschowsky, 2010)
El neoestructuralismo de la CEPAL ha dado lugar a un programa que es heterodoxo en materia macroeconómica, desarrollista en cuanto a la asignación de recursos y la intervención del Estado, universalista en el campo social y conservacionista en materia ambiental (Bielchowsky, 2010).
El enfoque neoestructuralista para (Bielschowsky, R., 2010) guarda una importante similitud con el nuevo desarrollismo, que además se caracteriza por su énfasis en incorporar de manera más profunda las ideas de los keynesianos en algunos de los planteamientos del pensamiento estructuralista de base. Se trata de introducir la demanda como determinante esencial del crecimiento económico. Según este, como planteaban Keynes y Kaldor (por lo menos en la última etapa de su vida), el principal obstáculo al crecimiento y al pleno empleo radica en factores asociados a la demanda.
En consonancia con el enfoque estructuralista tradicional, considera (Aragón, 2012) que el neoestructuralismo puede caracterizarse, en sus distintas acepciones, como un sistema o conjunto de ideas abierto. Los sistemas abiertos no se consideran autocontenidos y analizan el comportamiento de los agentes y las estructuras económicas y sociales, y su interrelación, en un contexto histórico y evolutivo (son dinámicos y cambian en el tiempo con el contexto y las circunstancias).
Ahora bien, señala (Escalante, R., 2009)las corrientes de pensamiento estructuralista-neoestructuralista y heterodoxa identifican, tres inexactitudes básicas en el funcionamiento de las economías de mercado: a) la incapacidad para asegurar la plena ocupación y crear empleos dignos como norma, b) la tendencia a generar una arbitraria y desigual distribución de los ingresos y la riqueza y c) la propensión a la fragilidad financiera y la inestabilidad.
Por otra parte, las preocupaciones en el ámbito de la investigación y la política económica son similares: el énfasis en la teorización a partir de la realidad, la concepción del individuo como un animal social e institucional, la autonomía de las instituciones, la percepción de que los individuos enfrentan importantes limitantes para obtener y procesar información, la centralidad de la producción (más que del intercambio) y de la estructura económica, y la importancia del Estado (gobierno) para regular el funcionamiento de los mercados.
Conclusiones
Las visiones de la economía y del desarrollo no son estáticas, pueden cambiar con el tiempo
en función de lo que se considera ortodoxo o no ortodoxo, aunque es innegable que existen unos patrones mínimos que definen a la ortodoxia y la heterodoxia Es decir, si bien la ortodoxia y la heterodoxia tienen claramente patrones que las identifican y diferencian, debido a las temporalidades y necesidades explicativas del contexto estos pueden variar y aproximarse a uno u otro espectro.
Ahora bien, los ortodoxos dictaminan que un país no es pobre gracias a su círculo vicioso de pobreza, “sino debido a sus pobres e ineficientes políticas; políticas que deben estar centradas en los mercados, precios e incentivos”. En otras palabras, el accionar del Estado debe estar orientado, como se ha venido insistiendo, a garantizar la no intervención y, con ello, el libre mercado. Sin embargo, esto tiene unas consecuencias como la de dejar de lado otros capítulos sociales como la redistribución y la equidad.
En la heterodoxia económica confluyen varios pensamientos económicos, no obstante, esta “incluye un conjunto heterogéneo de enfoques que abarcan a los evolucionistas e institucionalistas, a la escuela de la regulación, a los marxistas y radicales, y a los poskeynesianos”.
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